Anani tenía 7 años y tenía que ayudar a su madre a cuidar a sus hermanos, recoger agua, hacer la comida, plantar en el huerto...
Como todas las niñas africanas tenía mucho trabajo y poco tiempo para divertirse pero era muy, muy lista.
A continuación, disfrazó a sus hermanos y a ella misma con ellas, como si fueran los guerreros más temibles de su pueblo (las hienas temían a los guerreros porque conocían su valentía y poder).
¡Qué suerte !. La hiena los confundió con guerreros de verdad y se alejó trotando.
Pudo bañar a los niños tranquilamente en el río y, tras llenar el bidón de agua, regresó al poblado. Ya habían llegado todos y les contó su hazaña, aunque temblaba un poco porque había pasado mucho miedo. Los guerreros más fuertes fueron a dar caza a la hiena.
Mientras el resto cantaban y bailaban una canción para celebrar la valentía de Anani y pedir que lloviera. ¡Lluvia! ¡lluvia para África! ¡OE LELE, OE LELE!
Al regresar los guerreros también quisieron unirse a la celebración ¿te animas tú también?